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Aportes de la Psicología ante la elección del modo de parir

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“Aportes de la Psicología ante la elección del modo de parir[1]

El rol del psicólogo es una cuestión compleja de pensar ya que no tiene una única función ni definición sino que depende y está relacionado por varios factores. Algunos de ellos son el lugar donde trabaja (contexto), lo que hace (su práctica), cómo lo hace, cómo lleva adelante su práctica (la técnica, las teorías que rigen su práctica), y su estilo personal. De esta manera, el rol de un psicólogo comunitario no será el mismo que el de un psicólogo psicoanalista por ejemplo. El primero trabaja inmerso en una comunidad con una práctica participativa y horizontal, promoviendo un cambio social. El segundo, se desarrolla en un consultorio particular, con una teoría particular que sostiene su práctica. Ambos difieren del contexto de trabajo, de la praxis que realizan, cómo la llevan a cabo y por supuesto del estilo personal.

La ley que rige nuestra práctica evidencia que no hay una clara especificación del rol del psicólogo, pero hace alusión a las competencias, los derechos y obligaciones.

Por lo tanto, nuestro rol es algo que está en construcción permanente y depende del ámbito en el que se desarrolle, la demanda que de allí surja y el estilo personal.

Durante la perinatalidad nuestra función consiste básicamente en sostener y acompañar en los momentos previos, durante y después del embarazo hasta los primeros años de vida del niño. Si bien se trabaja principalmente con el vínculo madre- bebé, el sostén y el acompañamiento brindado es también a la familia que los contiene.

Nos caracterizamos por ser facilitadores de los procesos de comunicación, ofreciendo estrategias de afrontamiento y brindando información veraz y comprensible, considerando no sólo procesos psicológicos, sino también fisiológicos y evolutivos. El trabajo que hacemos apunta a crear herramientas para ser utilizadas en aquellos momentos y situaciones que generan dudas, miedos e incertidumbres; herramientas que nos sirvan para convertir una traba, un problema, un síntoma u obstáculo en una fortaleza.

 

Recorrido socio- histórico y cultural sobre los modos de parir

Antiguamente las mujeres parían solas y en sus hogares. Con el tiempo esto fue cambiando y comenzaron a ser acompañadas por mujeres con más experiencia –que ya habían tenido hijos- que las ayudaban brindándoles sostén físico y psíquico. Ante cualquier tipo de complicación que surgiese en el momento del nacimiento del niño, se recurría a brujerías para atender las problemáticas. De este modo, la muerte del bebé o de la madre era una posibilidad que podía acontecer y si ocurría se consideraba como parte de la vida. Estas mujeres que acompañaban fueron reconocidas por sus distintos nombres: comadronas, matronas, parteras, etc.


Estas acompañantes han sido aceptadas socialmente durante un largo tiempo. Podríamos decir que parir con mujeres que ya habían vivenciado y experimentado un parto era algo socialmente instituido. No se pensaba ni se hablaba de la intervención o participación de otros profesionales de la salud.

A fines del Siglo XVIII, principios del Renacimiento, con el desarrollo de las sociedades urbanas y la profesionalización de la medicina, las parteras fueron desplazadas y el nacimiento fue llevado a instituciones médicas. De este modo parir en instituciones hospitalarias –lugar extraño a la familia- comenzó a ser lo instituyente, siendo hoy finalmente lo instituido y comúnmente elegido.

Actualmente es la institución y el equipo médico especializado quienes atienden y acompañan el embarazo y parto, brindando sostén y seguridad. Las parteras han sido desacreditadas y el lugar que se les ha asignado es de auxiliares o colaboradoras de los obstetras. Ahora se las nombra y reconoce como obstétricas, lo que implica un desdibujamiento de su función y asimilación a la del médico especialista.

Este cambio podría pensarse que implica la concepción del nacimiento como una enfermedad y no como un proceso natural y fisiológico. De este modo, se comienzan a realizar prácticas consecuentes con este modo de concebir el embarazo y parto: aplicación de anestesias peridurales, partos inducidos con oxitocina, episiotomías, fórceps, cesáreas, etc.

 

Maternidad y maternaje

El embarazo y el parto son momentos muy particulares y sensibles en la vida de una mujer y su familia, por ello es necesario ofrecer la contención y el cuidado adecuados. La elección de ser madre implica un proceso interno de reorganización que se desarrolla, antes, durante y después del embarazo y el parto. La gestante durante el embarazo entra en un estado particular de cambios físicos, biológicos, hormonales, afectivos y psíquicos, en torno a los cuales se abocará su vida. Varios autores han hablado sobre esto, algunos de ellos son: Donald Winnicott nombrando este proceso como Preocupación Maternal Primaria y Daniel Stern como Constelación Maternal.

En relación a este proceso de cambios y reorganización, se hace necesario mencionar la diferencia que existe entre maternaje y la maternidad. Maternidad es lo que sucede a nivel físico, parir es el acontecimiento biológico. Maternaje es el proceso interno, afectivo y psíquico que puede acontecer o no en la mujer. Se trata de cambios que tienen que ver con la acomodación del cuerpo de la mujer, los ritmos, la cotidianeidad, el afecto, etc.

Es necesario entonces, brindar contención durante estos momentos particulares, ya que la maternidad implica una de las etapas evolutivas que más cambios conlleva dentro del grupo familiar. Estos cambios nos hacen reflexionar sobre lo naturalizado e instituido en nuestra sociedad sobre el parto en instituciones hospitalarias.

 

Hacia una deconstrucción de lo instituido

Con esta breve revisión histórica, se visibilizan algunas cuestiones que serían necesarias deconstruir. Lo instituido y socialmente establecido como normal no siempre es lo más saludable y mucho menos lo que se desea.

Medicalizar un parto y patologizar un embarazo trae aparejado la intervención de ciertas prácticas perjudiciales hacia una mujer, su bebé y familia.

La atención que comúnmente se recibe en un hospital o clínica en el momento de un parto normal que no presenta grandes complicaciones suele estar groseramente intervenida. La asistencia brindada es por un equipo médico lo que implica una cadena de sucesos que suelen ser más o menos los siguientes: la gestante rompe bolsa, se dirige a la clínica, y allí queda internada a la espera de que se produzca el nacimiento. En la internación puede estar acompañada por su pareja y algún familiar además del equipo médico.  En el momento del alumbramiento, no siempre permiten la presencia del padre.

Una vez internada, a partir de este momento se le aplica suero intravenoso y se considera que la mujer comienza con el trabajo de parto. Suele darse algún tiempo para que aparezcan las contracciones que llevarán al nacimiento del niño. Si esto no sucede, se administra oxitocina artificial[2]. Mientras tanto la mujer permanece acostada en la camilla, en posición horizontal y casi inmóvil. Durante estos momentos varios tactos fueron realizados para evaluar la dilatación de la madre. Si con la administración de la oxitocina, y algunas maniobras de dilatación por parte del equipo médico ésta no es suficiente, se continúa con la inducción del parto; se le pide a la madre que puje con cada contracción y se le prolonga la administración de oxitocina sintética. En estos momentos existe la posibilidad de administrar anestesia peridural[3] ya sea por decisión del equipo médico o porque la solicita la paciente. En el mejor de los casos, suelen realizarse episiotomías[4] para ayudar al nacimiento. Si surgen complicaciones, como por ejemplo disminución del  latido fetal, se realizará una cesárea[5]. Una vez producida la salida del bebé por cesárea o el nacimiento por parto vaginal, quien lo recibe es el médico. Inmediatamente se le corta el cordón (si el padre está presente, en algunas instituciones permiten que él lo realice), se lo acercan por unos instantes a su madre, y enseguida se lo llevan para hacerle algunos estudios, chequeos e intervenciones de rutina en los primeros minutos de vida.

En relación a todo lo expuesto es necesario pensar, ¿qué clase de respeto y acompañamiento se le está dando a la mujer y su pareja con este tipo de asistencia?

En las instituciones son escasos los partos que son sin intervenir, respetando el tiempo y modo que tiene la mujer de parir. Los procedimientos de internación y la violencia que se ejerce sobre las mujeres, como inducir un parto y luego terminar en una cesárea o no permitir la entrada de la pareja en la sala de partos, son acciones que dejan marcas muy profundas a nivel físico y psíquico tanto en la madre como en su hijo.

Es indudable, que las intervenciones médicas y hasta quirúrgicas ante situaciones dificultosas muchas veces pueden reducir riesgos y hasta salvar vidas ya sea de la madre o el bebé. Sin embargo, es necesario tomar consciencia sobre la diferencia entre el uso y el abuso de la tecnología con la que actualmente contamos.

En relación a esto, la Organización Mundial de la Salud elaboró una guía para el cuidado antenatal, perinatal y posparto.[6]

 

Volver a la fuente

Actualmente y desde hace unos siete años, se visibilizan otras alternativas de partos, que no necesariamente son nuevas o novedosas sino que se trata de un intento por volver a lo natural, volver a la fuente. Partos en el agua, partos en las casas, casas de partos, son algunas de las alternativas que comienzan a instituirse. Este intento por volver a lo natural se observa también en la alimentación y en la educación. Alimentaciones macrobióticas, naturistas, huertas, colegios waldorf, son algunos de los ejemplos.

Es así como comienzan a escucharse otras figuras que acompañan el embarazo y parto: las conocidas parteras –u obstétricas-, puericultora[7] y las doulas[8]. También hay organizaciones que fomentan un parto humanizado, natural y respetado.

 

Parto libre y respetado

Desde hace algunos años se están escuchando otras alternativas en torno a la elección del modo de parir. Una de ellas es la que se conoce como el parto respetado y libre. Se trata de una corriente relativamente nueva que propone un parto sin intervención, asistido y acompañado por las parteras y en caso que lo amerite la situación, por médicos. El uso de la tecnología es mesurado y sólo se aplica cuando es necesaria, es decir cuando hay alguna situación de riesgo. Son las parteras y médicas/os con quienes trabajan los que deciden si es necesaria una intervención o internación, pero dando lugar, escuchando y explicando a la familia.

Un parto respetado es un parto libre y saludable e implica experimentar el proceso del nacimiento ya no como una patología o riesgo (medicalizado) sino como un proceso fisiológico puramente genital y sexual. Respetar quiere decir  escuchar los deseos de la parturienta, sus tiempos, necesidades, límites y posiciones en el modo de parir. Se trata principalmente de tener acceso a las emociones y deseos de los gestantes y respetarlos. Un parto libre y respetado no es sinónimo de atravesar un embarazo sin controles médicos, sino realizando los necesarios para que sea seguro. Parto libre es contemplar las infinitas variables de acuerdo con el deseo de la futura mamá, confiando en la sabiduría del cuerpo y las emociones que ellas experimentan.

 

Las instituciones médicas y la tecnología como una herramienta

Se evidencian en la actualidad distintos modos de llevar adelante un embarazo y un parto. Dos de los mencionados en el presente trabajo son: aquel asistido sólo por parteras con una concepción más natural de este proceso o el asistido por un equipo médico.

Parir en una clínica o en un hospital implica que tanto la madre como su hijo estarán asistidos y atendidos en el caso de que alguna complicación surja. En este sentido, es necesario destacar la importancia de contar con los avances de la tecnología en caso de complicaciones en los partos, haciendo un uso racional por parte de los médicos. La creación de un área de neonatología por ejemplo, ha evitado complicaciones y hasta muertes neonatales.

Si bien las intervenciones, las prácticas y el uso de la medicación por parte de los equipos médicos han permitido disminuir riesgos, evitar posibles enfermedades y muertes, esto no ha sido sin consecuencias.

La Organización Mundial de la Salud dice que el cuidado del embarazo y parto normales debe:

“Ser basado en el uso de tecnología apropiada, lo que se define como un conjunto de acciones que incluye métodos, procedimientos, tecnología, equipamiento y otras herramientas, todas aplicadas a resolver un problema específico. Este principio está dirigido a reducir el uso excesivo de tecnología o la aplicación de tecnología sofisticada o compleja cuando procedimientos más simples pueden ser suficientes o aún ser superiores”[9]

 

La importancia de estar informado. Saber poder.

Estar informado fehacientemente sobre cuestiones de la salud, riesgos, y distintas opciones posibles por tomar, no sólo da más seguridad sino que posibilita que la parturienta pueda tomar decisiones genuinas y fundadas. Contar con información, adquirir conocimiento y saber para poder pensar, permite poder elegir y empoderarnos, es decir ser dueños de nuestras propias decisiones y actos. En el actual mundo globalizado, la información es fácilmente adquirida por diversas fuentes. Sin embargo, ésta no siempre es  veraz, por lo que es necesario contar con el asesoramiento de profesionales de la salud que informen y asesoren sobre el tema como es el caso de las parteras, psicólogas/os, neonatólogos  y médicos que respeten la elección en el modo de parir.

 

Conclusiones

La intervención del psicólogo durante la perinatalidad y ante la elección del modo de parir radica en adoptar un enfoque de trabajo salutogénico y preventivo, brindando información científicamente veraz. Se trata de trabajar como un agente de cambio, generando consciencia, indagando en las necesidades y límites que tienen los futuros padres, ayudando a que se conecten con sus emociones, deseos y sensaciones más profundos, para llegar a construir una decisión genuina y fundada. Se trata de pensar juntos para que el poder y la decisión tomada sean de los padres.

Para que este trabajo pueda realizarse, es condición necesaria que el psicólogo esté adecuadamente informado para poder transmitir información veraz, que pueda sensibilizarse ante las necesidades y deseos que la mujer y su pareja tienen, y sobretodo que tenga creencia en aquello que hace. Sin esto, será imposible poder generar herramientas de pensamiento  y brindar un apoyo psicosocial útil. Poner en palabras las emociones, pensar y hablar acerca de los miedos y los deseos, probablemente sean un buen camino para ayudar a los padres a tomar una decisión cabal. ¿Quién mejor para acompañar en este proceso que el psicólogo?

Si bien en la actualidad no se desconocen las distintas posibilidades de los modos de parir, se continúa eligiendo por lo instituido del sistema médico hegemónico, justamente por ser lo común, lo que la gente está acostumbrada a elegir y escuchar y ver lo que otros eligieron. Esto no quiere decir que sea una decisión errónea, pero creemos que muchas veces no es genuina, sino que es impuesta por creer que no hay otras opciones o por no contar con la información pertinente que brinde herramientas para afrontar las dudas, miedos y temores que implican la elección de algo poco conocido.

Existen otros modos de parir que mucha gente conoce de haber escuchado, pero no cuenta con información y la confianza suficiente acerca de estos. ¿Será porque por lo general el embarazo y el parto están bajo el control de la medicina? ¿Por qué la gente aún sabiendo que hay otros modos de parir eligen el medicalizado o intervenido y no asistido?

Creemos que contando con mayor información objetiva, asesoramiento y sostén por parte de los profesionales de la salud con conocimientos en el tema, se podrían tomar otras decisiones, considerando las necesidades y deseos de los padres.

La importancia de nuestro trabajo durante la perinatalidad radica en un abordaje interdisciplinario, con parteras, neonatólog@s y médic@s trabajando en equipo para acompañar y cuidar a la mujer y su pareja durante este período. Nosotr@s somos agentes de salud necesarios en estos ámbitos, no solo para contener y acompañar, sino también para asesorar adecuadamente, ayudando a pensar y elegir, considerando la particularidad de cada familia.



[1] Este trabajo es la reforma de un proyecto de investigación presentado en la Práctica de Psicología Perinatal del ciclo de formación profesional de Licenciatura en Psicología de la Universidad de Buenos Aires en el año 2010.

[2] Hormona muy concentrada que se aplica durante el trabajo de parto para que las contracciones sean más frecuentes y más intensas. Se utiliza para inducir un parto y para acelerar la dilatación.

[3] La anestesia epidural o anestesia peridural es la introducción de anestésico local en el espacio epidural, bloqueando así, las terminaciones nerviosas en su salida de la médula. Actúa reduciendo la sensibilidad en la parte inferior del cuerpo, lo que disminuye de forma considerable el malestar provocado por las contracciones, y en algunos casos incluso puede llegar a la insensibilidad.

[4] Realización de una incisión quirúrgica en la zona del perineo femenino cuya finalidad es la de ampliar el canal "blando" para abreviar el parto y apresurar la salida del feto. Se realiza con tijeras o bisturí y requiere sutura.

[5] Es un tipo de parto en el cual se practica una incisión quirúrgica en el abdomen (laparotomía) y el útero de la madre para extraer uno o más fetos. Fuente http://es.wikipedia.org/wiki/Ces%C3%A1rea

[6] Véase link en esta misma página

[7] La puericultura es una práctica que consiste en contener, escuchar, observar y asesorar en los primeros momentos del encuentro madre-hijo.

[8] Asistente sin titulación oficial que proporciona información, apoyo físico y emocional a las mujeres durante el embarazo, el parto y el post parto.

[9] Principios de Organización Mundial de la Salud (OMS) acerca del cuidado perinatal, véase Anexo.


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